sábado, 6 de octubre de 2007

náuseas del corazón

Mis ojos se fundían con los sentimientos mas profundos de Cortázar, con su París, con su acuario mediterraneo al borde del colapso, del abismo, con sus peces de otro planeta con ventanales dorados inmunes a toda vida humana. Mis oídos viajaban por un universo paralelo extraño pero donde si podían conectarse con mis ojos y sólo al ritmo de “le moulin” o “comtine d’un autre ete”. Una de las sensaciones mas extrañas que he sentido… aún indescriptible, desagradable pero exquisita, detestable pero apasionante, es como si el corazón se apretara infinitamente tejiendo telarañas de cuerdas inexpugnables, pero ricas, amargas, y viajando por los caminos de mis amores encuentro la calma y la desesperación simultáneamente, dónde solo quiero que se termine y espero que dure la eternidad misma.

[pas si simple] Comienzo a dar vueltas por mi casa, como si instintivamente buscara algo que me diese calma, mis pies silenciosos caminaban por si solos dirigiéndome quizás a que lugar, entre a mi pieza y miré el espejo, me di vuelta y vi mi cama, tomé mi almohada, la posé sobre mi rostro y grité, mi garganta no daba mas mientras se inundaba de una agudeza insoportable, mezquina. Cuando el silencio inundó mi mente miré la ventana, miré la vida con su mar con su cielo, con su todo, con sus almas danzantes dentro de una sociedad perdida, en donde todos comparten con todos y cada una son almas en pena buscando la paz y tranquilidad en la eternidad de sus dias como vivos. Sonreí. Suspiré. Calma Luciana… calma.

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