Cuando por fin las ramas secas dieron los frutos no esperados, estos fueron arrancados por robots gigantes, encarcelados y condenados a una infinidad de años de servicio a la patria. Así es como la patria le agradece a la tierra.
En algunas pequeñas tribus indígenas de la selva boliviana se paga la tierra con especias o fetos de algún animal autóctono, algo parecido a la brujería, bastante pagano a decir verdad, casi sangriento, al borde del mal gusto para algunas culturas que llevan una ventana o una pequeña manzanita a flor de piel, las cuales pagan la tierra de manera más sangrienta de lo que creen, más asesina y brutal que cualquier otra tribu amazónica, pagan la tierra con su propio hijo, con su propio feto, con su sangre, y la des-tierran de un mundo al que jamás debió darle nada, porque la tierra, la tierra no nos debe nada, absolutamente nada.
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