miércoles, 8 de agosto de 2007

acordeón


Estaba sola, era una soledad disfrutable, a tal punto que la envolvería entre mis brazos y no la soltaría aunque sea por tres minutos, entonces salí, amarré mi pelo como nunca lo hago y salí... solo hasta dos pasos de la puerta de mi casa, observe el mar mientras las gotas de la lluvia que con furia caía absorvían la oscuridad de mi alma para hacerla mas clara y dejarme ver todo... todo ahora desde una perspectiva diferente, desde mi mundo diferente, desde mis ojos mas grises y menos verdes... mas cafés y menos opacos, me quedé inmóvil solo sintiendo, sintiendo la música que sonaba de fondo desde dentro de mi casa, sintiendo como mi rostro, mis manos, mi espalda se helaban, pero no era un frío de los que odio, era la frescura mas perfecta que pudo haber llegado a mis labios desde hace tiempo.

1 comentario:

Romina Gómez dijo...

o.o...vaya, que bonito escribes...llega hasta el fondo, en serio, hasta lo mas profundo del alma.