viernes, 26 de noviembre de 2010

La conciencia del río

Las hojas caen sin pudor alguno y yo con mis pequeños oleajes creo una atmósfera plena para quienes se besan enfrente de mis ojos. A veces me gusta correr por la vida pero otras me encantaría llegar a una tranquila poza en dónde poder ahogar mi aliento y escribir versos al son del aire del otoño.


Sigo corriendo entre la bruma, ahora más densa, pero ¿Que importa si ella es mi hermana? Importa, claro que importa porque no es mi hermana, quizás algún pariente lejano, o alguna fuerza que sin quererlo quizá ser como yo y resultó convertirse en mi mala copia, un mal plagio flotante, no es ni lluvia ni río, es algo casi no palpable para los seres humanos. Claro, para ellos lo no palpable es aquello que no existe, no existe la bruma, no existen los rayos de sol, ni el polvo, ni el aire. Pero a mi si me pueden tocar ¿Seré igual de importante que algo más cotidiano? ¿Me recordarán acaso más que eso que ellos llaman mmm... como era que le decían... autofósiles? ¿autoescoriles? auto... auto... ¡Ah! Sí, automóviles, esos pedazos de lata que no sé muy bien porque les alegra tanto pero al parecer son una especie de dios para ellos, en fin ¿Seré mas importante que un atomóvil? No lo sé.